"Causalidad
La calle fuerza mis pies a caminar, la luna obliga a la mente a divagar y el tiempo turba el cuerpo hasta recordar. La noche en su magnificencia, brillo y desesperación cubre una ciudad en la que escondes tu mirar, cuando me siento tras el frio acero del vehículo que de tomar. Buscare lo único que no puedo esperar mientras el insomnio invade mi ser y las medicinas no cometen suicido esta vez.
Conduciré por la turbulenta autopista como si fuera una pesadilla, mirando cada rostro ilícito lleno de licor, aquellos asistentes ebrios de festines orgásmicos perturbados por alucinógenos y música. No doy con la causalidad de toparte o tal vez atropellarte ya que la mente se va, se aleja, nublada por efectos imprevistos de ausencia ingerida al calor de la zozobra y al abrigo de la sombra.
Pasando una esquina, atestada de un gentío bullicioso, una búsqueda que llena mis nervios hasta desbordarlos cuando me detengo a fumar e intoxicar mi cabeza:
-Esta ambigüedad ya no da más, mi cuerpo está a punto de estallar-.
Seguiré el camino, algo ha de suceder antes de que el reloj de mi radio dicte la inminente madrugada de otro día sin alcanzar cuanto deseo al soñar. Y dirigirme nuevamente a mi hogar, con la cabeza fuera de sus hombros, los ojos fuera de sus agujeros y las manos quietas en el asiento, ha hecho efecto la medicina y de repente padezco de un sueño incontrolable. Quizás te encuentre allí, donde el dolor no es más que un imaginario y la realidad parece ser cosa del pasado.
Me veras aparecer en tu televisor, en las noticias de las 7 am, o en la portada de algún aparador olvidado por un trapo, como primera plana de un periódico amarillista, quizás como encabezado de una revista...
"Un sujeto mas se accidento anoche en la ciudad..."
Noche, una noche antes de terminar (2012)
Acaso es un acto, una partida perdida donde las jugadas
son solo habladas y no usadas, promesas vacías que destrozan la mente. La
pasión se ha erradicado en nuestros caminos, unos pasos frente a mí, únicamente
de reojo me miras, tirándome migajas del amor que una vez profetizabas, cenizas
al fuego hechas mientras murmuras algo con tus ojos ya fríos, inexpresables, enajenados,
ojos tóxicos que asesinan mis fantasías de estar unas horas más antes de tu
partida. Porque estas tan helada, seca pantomima que consume en agonía el beso
que tanto deseo darte, ese beso que ya otorgaste a otro amante, un beso que ya
no es mío.
Te observo inerte, como muerta, asesinada, sangrando,
vacía ya de toda emoción, con tu mirada cerrada y tu boca rota que ya no habla.
No percibo ya mis huellas en tu piel, en tus labios, en tus pechos; ¿Las has
borrado?, cambiaste de piel como medusa y abandonaste mis pupilas para seguir
otra pupila.
Para que estas aquí sin abrazarme o mirarme. No basta con
que te vayas que debes torturarme antes de marcharte, sentir el agrio sabor de
tu presencia que ya no me ve con alegría. Me deseas condenar al silencio de tu
alma infinita, tragándome el llanto por tu decisión de partida ya que es tu
coraza, ese castillo, no puede ya ser mas helado, más frío, no puede ser
derretido. Me absolviste del más hermoso pecado que conocí al amarte, la pasión
de tu sexo y tu obsesión.
Vete ya que no quiero este dolor más, lo sé, solo quieres
irte, yo quiero verte. Déjame aquí que ya no tengo más de ti, te quedaste un día
más para sentirme aún más triste, mientras yo busco consuelo en el regazo de tu
pecho me dejas una y otra vez con la cabeza, y un llanto de sosiego.
Mientras duermes yo escribo, enfermo, envenenado por tu cruel
sueño, un verdugo sincero que me mata cada vez que llego al ensueño. Es mejor
saber que estoy solo sin verte cerca; sin estar impregnado de tu aroma y sin
tener tu cuerpo desnudo en mi alcoba, no quiero probar mas el sudor de tu
indiferencia en mi recuerdos antes de tu partida, prefiero el recuerdo fresco
de tu sonrisa, de tus ojos de cristal antes de toda esta calamidad.
Y despiertas de los sueños, aquí, de nuevo, me ves y no
soy nada, me agitas con tus manos que ya han tocado nuevos sentimientos. Me ves
y te sientes inconforme, perdida, no hay más que pueda darte porque ya no
quieres recibir.
Musa juvenil, tus labios me han exiliado después de
hacerme amar la vida. Solo me queda el pensamiento de nuestro exceso. Tu sexo
ya no me espera junto a un beso. Te has ido y yo me quedo. Solo y perdido me
veo. Violento es este teatro, con tu actuación, realidad que he de afrontar con
un alma oxidada, una espada marchita, un escudo roto y un ojo roído. Sin musa
que me convierta el alma en oro, la espada en hierro solido, el escudo reforzado
y me devuelva mi ojo. Mi tumba será un lecho donde recuerde la palabra que
alguna vez surgió de tu mirada, "Te amo", y no sabré de ti, no sabré más,
porque ya te has ido, mucho antes de cruzar el umbral de mi destino.
"NADA"
Los vasos, las copas, los segundos, las botellas. Navegan en la mano como botes
a la deriba. Agitandoce se encuntra el liquido dentro del cristalino, una
centencia sin verdugo. Vicios que pasan sin ser castigados, mientras se bebe la
muerte a sorbos, y vemos el reflejo de las imagenes en el humo toxico de un
cigarrillo.
Los sentidos se alteran y las limitaciones se destierran, "no importa" es lo que
se piensa, cuando al muerte bebe al lado del temeroso, besandole las copas que
dirige a sus labios para así ahogar las penas en el profundo rio de la
negligencia.
Esperando ser envenenado con ese mismo nectar que surca de botella a copa y de
copa a boca. "Mátame" piensa el que bebe, mientras lee entre letras
lo que no desea decir, y simplemente surge de los labios que se rompen al
pronunciar palabras cortadas por el cristal del vaso.
Y se bebe el desierto de las emociones cuando nadie esta ahi para nutrirlas.
Melancolias que se buscan y se pierden. Dolores que se perciben y se olvidan.
Anhelos que se destruyen y desesperadamente se arman, con manos de bebe, con
infantes movimientos tratamos de contruir enla mente lo que el agua destruye,
se lleva, como la arcilla se desploma al ser bañada en agua.
Una mas amada muerte, sirveme una mas que no importa ya que pueda pasar; así el
dolor corte la belleza de mi cuerpo moribundo, a la nada no se le involucra,
solo esta, acompañante. Grita. Vive a cada verso, muere a cada sorbo, y el
tiempo merece surcar despacio, así como cuando se bebe en feliz realidad.
Nada, la nada, la nada es ahora, es siempre, es bebida a vasos de silencio, a
palabras que se pierden en el odio, a besos que se enmrojecen por el rencor.
Hórrido es el vaso que bebo mientras me miro al humo espejo. Invierno en la
piel, averno en la mente, ojala me ahorcara la luz, mientras surge la demencia.
Solo la nada, vertida en la boca.
inmediatamente el tiempo pierde su flujo entre las hondas de este rio,
perdiendo las lagrimas y sus benditos dones, cuando la ironía esta en la noche
y su reflejo entre los ojos veo a la luz. Afán que despoja arduamente mi
temple, moriendo como un rey entre la onda playa de flores que rodea los muros
de la inutil vigilia. Explorando el cielo marchito, figurando las cosas que no
se nombran, las letanías de los pasos que ante la sombras se nombra.
Veré mis huesos, blancos como la perla, degerándome de a poco, pudriéndome
verdaderamente. Observando cómo se acumulan los cristales, en el suelo, la
mesa, la memoria, muestran el reflejo de los sentidos que durante siglos oculto
al hombre que fui, que soy, que seré, protegiéndolo de su dolor sin reparo en
su escritura.
Anathema que se deforma, se pierde en las cenizas de los vicios, en las gotas
de los suicidios. Cuando la frecuencia se destiñe, se decolora en anciedades y
dudas. Dura es la realidad de la copa, del vaso, del fuego y su consumo.
Confidencias, pecados, se diluyen en las botellas vacias que reposan en la
esquina de la habitación, recordandome que ya han pasado algunas horas; o
minutos. Memorias inscritas en transparencia, muestran lo que ha muerto con
clara pasiencia.
Ruleta Rusa
El aire impregnado del intoxicante
sabor de la nicotina. De llegada no había notado en detalle la habitación, es
gris como el aire que la habita. Un
cuadro es su único decorado, un bosque en alguna parte del mundo, con una
cabaña, un pequeño rio a su izquierda, las montañas de fondo como un cuadro
dentro del cuadro y dos semblantes humanos, un adulto y un infante de espaldas
a mí, mirando fijamente la inmensidad de las montañas que los protegen. Una
mesa circular, seis sillas la rodean por toda su circunferencia. “Qué lugar tan sombrío” pensé en el
momento. Sus grises y roídos colores, su atmosfera, su visitante la hacen
parecer más mórbida y cruel, despiadada.
Tomare asiento en una de las
sillas, hay un lugar con mi nombre, Alexander. Después de unos momentos,
mientras examino con más detalle la tumba que me rodea, la puerta se abre
varias veces, tres personas más entran a la habitación, sus rostros reflejan
las razones y motivos que los trajeron aquí, tristeza, emoción, riesgo, insatisfacción,
odio, etc. Sus ojos como ventanas de sus almas me dicen que será una noche muy
corta, seductora e irresistible será la velada. Unos minutos más tarde, la
puerta se abre y dos personas más se adentran en la reunión. Igual que a los
anteriores invitados, sus ojos son la respuesta al porque se encuentran aquí.
Estamos completos, seis sillas, seis almas, solo una saldrá de esta habitación.
Reconozco algunos de los
rostros, amigos, amantes, compañeros, conocidos, todos son familiares, pero no
logro recordar de donde son o de quienes se trata; solo imágenes se cruzan por mi
mente de situaciones que alguna vez viví y lugares que alguna vez visite, nada más.
Algunos minutos de silencio antes
de que se rompa a causa de los paquetes de cigarrillos crujen, los encendedores
rechinan y las bocas inhalan más del tóxico vicio. Me ahogan, me incitan a
seguir matándome. La puerta chilla nuevamente, una mujer, hermosa, tal belleza
nunca la había visto en mi vida. Su traje negro ajustado, su falda larga, sus
tacones altos, su escote, su maquillaje, su lisa y larga cabellera negra como
las sombras abruma los sentidos de todos los presentes. Su presencia aunque
bella, despide un aura de muerte creando un ambiente sepulcral a la habitación.
Lentamente se acerca a la
mesa, rodeando la mesa, Observando cada una de las almas sentadas, en su
tranquila mirada se puede notar que nada se le escapa, lo sabe todo, aún mas
que yo, ve emociones y realidades que yo ni puedo sospechar, “¿Que puede ver? ¿Sabrá todo sobre mí? ¿Qué percibirá
su mirada, más allá de lo que yo puedo discernir?” son algunas de las
preguntas que cruzan mi mente antes de que sea mi turno de ser interrogado en
silencio. Ha llegado, la veo, sabe todo sobre mí, lo sé, lo puedo ver en la
sonrisa de su blanco rostro; unos labios hermosos, unos ojos que nunca habría podido
imaginar, su belleza es excelsa. Sabe todo sobre mi con solo mirarme, me conoce
como nadie lo ha hecho, con solo mirarme sabe mis más oscuros y morbosos
deseos. Sonríe, la comisura de sus labios se denota, es hipnotizante. Pero no
expresa mucho, es fría, solitaria, lo sé, lo veo en sus labios que nunca han
sido besados.
Sigue su ronda por la mesa, después
de unos minutos se detiene y de la nada saca una calibre .45, seis tiros,
hermosa debo admitirlo, su resplandor asombra a algunos de los asistentes
quienes nerviosos aspiran exaltados sus clavos de ataúd. Una bala es colocada
por sus delicadas manos, da vueltas el tambor; parece eterno, como si fuera a
una velocidad en la que la mirada puede detallar cada vuelta del tambor, los
sentidos traicionan creando la ilusión del tambor de una marcha militar,
retumbando en la piel, indicando que el final se acerca. Cuidadosamente jala el
arma a un lado y de esta forma el tambor se incrusta en el arma dejando al
destino la ubicación del proyectil. Como último movimiento de sus pálidas manos
la .45 sobre la mesa, en toda la mitad, a la vista de todos, designando con una
leve caricia en el hombro a quien debe comenzar la partida; tres puestos antes
de mi.
Aquella persona, la primera
del círculo, lenta y tímidamente mueve su mano hacia el arma. El sudor empieza
a empapar su frente, el miedo provoca que su cuerpo tiemble, quiere huir, pero
la decisión ya fue tomada, el arma esta en sus manos, los ojos se clavan en el
gatillo. “Como dispare es lo de menos,
igual morirá, eso es seguro” es un pensamiento que recorre mi mente
mientras observo la dirección del arma a su cien, a su cabeza. Tristemente el
gatillo es jalado… Click!... En vano sus ojos se cierran bruscamente como
evitando ver el Flash del arma al dispararse. Se ha salvado.
-No es tu hora- Se escucha la delicada voz de aquella mujer vestida
de negro.
Aquel asustado ser deja el
arma en el mismo lugar de donde la tomo, suspirando y transpirando por la
tensión que acaba de sufrir. Mira fijamente al siguiente en la lista, aquel que
sigue determinadamente toma el arma, su exaltación es tal que no lo piensa dos
veces y posa el arma en su boca, en un solo movimiento; casi imperceptible,
jala del gatillo sin quitar la vista del cuadro que tiene al frente; aquel
hermoso cuadro que decora la sombría habitación… Click!... Una lágrima surge de
sus ojos y acaba en su mentón mientras posa el arma en frente de su predecesor.
-No es tu hora- Suena nuevamente la melodiosa voz de la mujer de
hermoso maquillaje.
El siguiente no quita los ojos
de encima de aquel artilugio de muerte, mira a la mujer que tranquila devuelve
la mirada, sonríe cariñosamente, como sabiendo de ante mano que va a pasar. Toma
el arma y lo posa bajo su mentón, se ve que pasa saliva, nervioso se ve su
semblante. –Perdóname- una única palabra
surge de su boca… Click!... Tranquilidad, eso es lo que veo en su rostro ahora,
una nueva visión del mundo, un nuevo sentido para vivir. –Me ha perdonado- dice nuevamente mientras coloca el arma enfrente mío,
en el centro de la circular mesa.
-No es tu hora- Dice la hermosa mujer de cuerpo perfecto.
El resplandor del arma es tan
hermoso como el de la luna, clama ser probado, utilizado, me llama. Mi mano se
mueve, toma el arma, y veo casi fuera de mi; como desdoblándome, mi cuerpo
sosteniendo el arma, -No lo hagas! No lo hagas!- me grito a mi mismo desde las
alturas, sé que no me escucha, es inevitable. La atmosfera se pone densa, ya no
es lo intoxcicante de la nicotina lo que me ahoga, es el olor a sangre que
siento en mi garganta cuando el frío acero toca la piel de mi frente. Se detiene,
como en una pausa prevista en una película.
Me veo sentado sobre una
silla, con el arma puesta en mi frente, observando fijamente a la mujer que nos
acompaña. Ninguna expresión en mi rostro, solo determinación, sin miedo, sin
pasión, sin odio, sin amor, no hay nada más, por eso estoy aquí, y aquí acaba…
Click!... se detiene todo, y veo el rostro de todos los presentes, aterrados,
asqueados, asuntados de algo que yo no puedo saber, sus manos entorno a sus
bocas intentando disimular el vomito que en sus estómagos se alborota. Coloco
el arma sobre la mesa, el cañón humeante muestra el uso de su carga, y veo el
casquillo de la munición sobre la mesa, aún rodando. “Ha pasado, he sido yo”.
La mano de la seductora mujer
se posa sobre mi hombro, lo siento, se agacha un poco para estar al nivel de mi
oído, -Vámonos- su voz se filtra en mi interior como un virus, invadiendo cada
fibra consiente. Casi mecánicamente me levanto y me dirijo hacia la puerta,
pero no puedo evitar mirar atrás y ver mi cuerpo inerte sobre la silla, echado
para atrás, sostenido solo por la silla, un charco de sangre sobre la pared,
gotas que caen a un charco carmesí sobre el suelo, puedo imaginar aun sin ver
los restos de mi rostro.
-No mires mas, tenemos que
irnos- Me dice aquella hermosa mujer mientras toma mi mano entre las suyas, y
como una niña mimada tira de mí para sacarme del cuarto. Al verla nuevamente
tan hermosa me doy cuenta que tal belleza solo puede ser la de la muerte...
... y yo
ya estoy muerto…